011 El problema con la Ciencia en la Tierra 🔬

Hace siglos, durante la Edad Media —y antes, si es que esa historia es tal como nos la contaron— la población de la Tierra, sobre todo en Occidente, seguía ciegamente lo que los líderes religiosos dictaban. Especialmente la Iglesia Católica. Todo lo que decían era “verdad” simplemente porque lo decían ellos. Lo justificaban asegurando que estaba escrito en las “sagradas escrituras”. Esas verdades eran inamovibles. De ahí nace el concepto moderno de dogma: creer sin cuestionar.

Ser dogmático significa no permitirte pensar más allá de lo establecido. Cuestionar era prohibido. Incluso pensar que esas “verdades” pudieran ser erróneas era visto como un pecado, como algo ridículo. La gente estaba tan atrapada en esos dogmas que ni siquiera podían imaginar que existiera otra manera de ver el mundo. No tenían el contexto ni las herramientas para hacerlo.

Además, surgió otro problema: la mentalidad práctica. Cuestionar era visto como una pérdida de tiempo. ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué gano con eso? Y claro, cualquiera que se atreviera a cuestionar era atacado, ridiculizado, o incluso castigado. Así que, por instinto de supervivencia, la mayoría prefería no pensar demasiado. El miedo siempre fue su herramienta para mantener a la gente bajo control.

Para analizar cualquier tema, incluido este, hay que partir de la mejor información disponible en cada momento. Hay que tener la mente abierta. Estar dispuestos a cambiar todo lo que creemos saber si aparece algo mejor. Incluso nuestro criterio sobre qué es “mejor” debe evolucionar con nosotros.

Con esta base, lo que sabemos hoy es que existe un grupo de entidades humanas y no humanas que controlan lo que ocurre en la Tierra, desde las sombras, desde hace miles de años. Sé que muchos de los que me escuchan ya lo han intuido por sí mismos.

Para controlar una sociedad, lo primero que necesitas es controlar su percepción de la realidad. Así crearon las religiones y sus dogmas: herramientas de control mental. Si te sales de la línea, serás castigado. Era —y sigue siendo— la manera perfecta de moldear sociedades enteras a su conveniencia.

Con la llegada del método científico, muchos pensaron que todo cambiaría. Que por fin habría una manera objetiva de entender el mundo. Pero no fue así. Lo que pasó fue que desecharon todo lo relacionado con la espiritualidad por estar asociado a la religión. Hasta hoy, la mayoría no sabe distinguir entre espiritualidad y religión.

Así, se impuso el materialismo: esa obsesión por diseccionar todo, verlo todo como máquinas de piezas mecánicas. El espíritu, la conciencia, quedaron fuera. Y claro, los mismos controladores vieron una nueva oportunidad: regular la ciencia para que tampoco pusiera en riesgo su poder.

Este aspecto es muy importante, ya que la ciencia en la tierra está dispuesta de tal manera que dificulta poder descubrir o evolucionar a la utilización de energía limpia, la tecnología punto cero, tecnología que permite crear energía del “vacío”, que es energía potencial presente en todo lo que existe. Los Taygeteanos nos han dado ya muchas pistas de como podríamos llegar a re-descubrir y utilizar este tipo de energía. Hay un par de cosas que tendríamos que tener en cuenta:
  1. Un par de científicos abiertos a aprender cosas nuevas y que estén dispuestos a re-descubrir la energía punto cero
  2. Entender que la ciencia en al tierra está literalmente al revés, en el sentido en que en ella se dicta de que la materia crea a la gravedad, pero resulta ser que en la realidad es al revés. El flujo de gravedad o flujo conciencia (punto de atención de la fuente) como ellos le llaman, es lo que genera la materia en primer lugar.
  3. Re-definir ciertos términos importantes como la gravedad y sus formulas imprecisas.
  4. Traducir toda la teoría existente y aplicarla con matemáticas base 12.
  5. Estar abiertos a re-escribir la ciencia y experimentar sin restricciones, seguir siempre innovando más allá de dogmas o estatutos científicos “oficiales”.

Nacen entonces las universidades modernas: centros de adoctrinamiento donde forman a los nuevos “sacerdotes” de esta nueva religión que llaman ciencia. Todo está supervisado. Todo está regulado. ¿Resultado? La ciencia en la Tierra dejó de ser curiosa. Se volvió otra religión dogmática, diseñada para controlar la percepción y limitar el pensamiento.

Hoy, la gente cree que si algo es “científico”, entonces es “verdadero”. No lo cuestionan. Confían ciegamente en un sistema que sólo valida teorías mientras sirvan al poder establecido. ¿Un ejemplo claro? La famosa “constante” de la velocidad de la luz.

La velocidad de la luz no es constante. Lleva más de cien años midiendo distinto. ¿Qué hicieron? Inventaron una fórmula que “corrige” las variaciones para que siempre dé el resultado esperado. Eso no es ciencia, eso es fraude intelectual. Es pensamiento circular. Como decir que Blancanieves existió porque Gruñón y Estornudo lo aseguran.

Los Taygeteanos insisten en que la velocidad de la luz no puede ser tratada como constante universal, ya que esta varia dependiendo del medio por donde viaja, esto quiere decir que incluso en lo que nosotros llamamos el “vacío” no puede ser constante ya que el “vacío” no es solo la ausencia de materia, si no que éste debería ser interpretado como lo que es, un fluido de alta vibración, que fluctúa y que es energía potencial, y que hace que la velocidad de la luz varíe. Eso es lo que yo entiendo dentro de mi ignorancia como no científico.

El mismo problema ocurre con otras “constantes” universales como la de gravitación. Si las bases son erróneas, todo el edificio de conocimiento que construyeron sobre ellas también lo es. ¿Por qué harían algo así? Para mantener el control sobre la percepción de la humanidad.

En la Tierra hay dos ciencias. Una, oficial, dogmática, inflexible, destinada al público. Una ciencia muerta que sólo sirve para encerrar mentes. Y otra, secreta, altamente avanzada, reservada para el Cabal y sus aliados. Esa ciencia real incluye cooperación con civilizaciones no humanas y tecnologías que ni imaginamos.

Lo que llega a nosotros —internet, teléfonos, computadoras— es apenas una fracción de lo que ya dominan. Y siempre con un propósito: vigilar, manipular, moldear. Hasta el internet, que muchos ven como una herramienta de libertad, ha sido diseñado para inundar con tanta información contradictoria que la gente ya no sabe qué es real y qué no. Resultado: regresan desesperados a buscar “verdades oficiales”, más manipulados que nunca.

Por eso insisto: No creas ciegamente en nadie. No sigas ciegamente a nadie. Desarrolla tu criterio propio. Hoy en día saber qué es real en la Tierra es, francamente, imposible.

Todo lo que se sale del dogma científico oficial es etiquetado como “pseudociencia”. Da igual si es más lógico o comprobable que lo que ellos defienden. Las universidades, las academias, los “expertos” son solo extensiones de una estructura religiosa disfrazada de ciencia.

Una representación de como me imagino que una nave interestelar salta al hiperespacio, como si la foto hubiera sido sacada con un lente muy wide-angle.

La verdadera ciencia debería ser libre, flexible, siempre abierta a nuevas ideas. No debería imponer dogmas, ni rechazar preguntas.

La ciencia real evoluciona. No encierra. No oprime.

La ciencia en la Tierra hoy es solo otra religión, vendida como búsqueda de la verdad, pero diseñada para mantenernos atrapados en un corredor de pensamiento controlado.

Mientras tanto, los que creen haber escapado de la religión tradicional, caen en la trampa de la “ciencia dogmática”, pensando que ahora sí “ven la verdad”. Otra ilusión más.

La ciencia, si es verdadera, debería evolucionar cada día. Debería expandir la conciencia, no limitarla. No debería nunca, jamás, ser usada para menospreciar a las almas hermosas e ilimitadas que somos.

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